La escalada de la vía normal a esta majestuosa aguja no es especialmente bonita. La calidad de la roca es bastante mediocre, sobretodo si la comparamos con la de su compacta y desplomada cara oeste. Pero el ambiente está garantizado y es una buena alternativa si no tenemos el grado suficiente para ascenderla por la París-Texas.
Para acceder al comienzo de la vía hay que hacer una travesía sencilla aunque bastante expuesta por la cara norte hasta llegar a una cómoda repisa donde podremos asegurarnos cómodamente a una sabina.
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Desde la repisa de la cara este se ve un espit y una ristra de clavos que marcan el recorrido de este primer largo. Aunque a primera vista la roca parece muy descompuesta, en realidad no lo es tanto. De todas maneras conviene extremar las precauciones.
Salvo algún paso aislado, se puede escalar prácticamente todo el largo en artificial haciendo uso de los numerosos clavos que encontraremos.
Comienza por unos metros de fisura vertical para seguir por terreno más sencillo perdiendo verticalidad. La reunión la encontraremos en una sabina llena de cordinos y anillos de cinta. Aunque podremos continuar unos metros más hasta cerca de la cima donde encontraremos una cuerda que la rodea.
Si no hemos empalmado los dos últimos largos, nos quedará recorrer el sencillo tramo que resta hasta la minúscula cumbre. Hay una cuerda que rodea la cumbre y del otro lado, en la cara oeste, encontraremos la reunión por donde rapelar.